Descripción
Ahora nos trasladamos
al sorprendente estado de Hidalgo, probablemente uno de los que más tienen
que ofrecer al ciclismo de montaña y muchas otras actividades al aire libre.
Hidalgo tiene la fortuna de haber logrado integrar una de las comunidades de
ciclismo de montaña más activas que hemos visto. Varios grupos se juntan
frecuentemente a recorrer los vastos senderos que ofrece y además lo hacen
de una forma abierta y muy amistosa, además de excelentemente organizadas.
He aquí el relato de una de ellas, tal y como lo describe nuestro amigo
Jaime Valencia, un gran explorador de la zona.
LA SIERRA DE LAS
NAVAJAS es un macizo montañoso ubicado al
oeste de Tulancingo Hidalgo , llamado así por Alexander Von Humboldt debido
a la gran cantidad de piedras filosas de obsidiana que se encuentran,
principalmente, en las faldas de la sierra.
Esta es una magnifica
ruta para poner a prueba nuestro espíritu aventurero en bicicleta de
montaña, con una amplia variedad de terrenos, desde hojarasca a roca sólida
pasando por arena y musgo.
Recomendada para
ciclistas avanzados y expertos por sus desniveles- 600 metros de subida y
1300 de descenso relativo- y por el alto grado técnico de sus veredas
,expuestas a laderas inclinadas aunado a la soledad de los senderos.
Comenzamos en la
comunidad de Matías Rodríguez, al pie de la carretera Tulancingo – Pachuca
,rodando por terracerías entre a campos de cebada, en las inmediaciones
de la ex hacienda de Cuyamaloya, entrando a una cañada con encinos
cubiertos de heno, subiendo poco a poco llegamos a una desviación que nos
conduce al mirador de “Las Palomas” uno de muchos puntos de
observación que encontraremos en la ruta.
Regresando del
mirador por vereda pasamos el caserío La Joya, donde hay algunos
talleres de tallado de obsidiana; la terracería que sigue, tiene al lado
derecho una puerta que pasamos para entrar de lleno a la sierra, unos 2
kilómetros adelante están las minas de obsidiana que aun son explotadas,
después de cuentos de años de ser la principal fuente de este material en la
región que se llevaba principalmente a Teotihuacan y Tenochtitlan .
Una fuerte pendiente
que llega a la cima sur a más de 3000 metros sobre el nivel del mar nos hace
esforzarnos para completarla sin perder tracción y no todos la escalamos
sin bajar de la bici.
En la cima podemos
contemplar el espectáculo del altiplano mexicano al suroeste y la sierra con
sus peñas en forma de mesa al norte; un buen rato de reconocer lugares desde
las alturas e iniciamos el descenso por el “Moab” de un kilómetro:
una enorme extensión de roca que hace las delicias de los ciclomontañeses
que en mas de una ocasión están tentados a mirar hacia los valles mientras
rodamos por una arista de piedra sólida.
Después del
Moab encontramos un laberinto de
terracerias que suben y bajan, al final de una de ellas hay que hacer una
conexión “quirúrgica” o de precisión para encontrar la entrada a la vereda
de descenso que seguimos hasta el jardín de rocas conocido como “La
Gotera”. Comemos algo ligero y tomamos fotos en las numerosas
formaciones de roca para seguir junto al cercado y bajar por una de las
mejores veredas de toda la ruta hasta el Rio Izatla, cruzamos y
empezamos una dura escalada sobre la bici hacia el oeste hasta el
portillo de las “Peñas Cuatas”, majestuosas mesas de roca que se
elevan a mas de un centenar de metros sobre el bosque. Es posible encumbrar
la Peña Grande ó Peña del Águila por una vereda hacia el norte del punto mas
alto de la terracería
empleando aproximadamente una hora de caminata y una trepada entre bloques
desordenados de basalto.
Regresando por el
camino de doble rodada unos 300 metros, encontramos la entrada de la vereda
del lado izquierdo, siendo poco visible, hay que rodar despacio para no
pasarla de largo.
Aquí empieza una
vereda de varios kilómetros que es una verdadera joya para el ciclista
técnico.
Se le llamó “Sueños
de Opio” inmediatamente después de completarla por primera vez en 1994
(Valencia-Escoto) y cualquiera que la ruede sabrá por qué.
Una vereda con todas
las curvas imaginables, muy estrecha que a veces deja ver como descendemos
,tomando como referencia las “Peñas Cuatas”, requiriendo total
atención en las rampas, expuestas a la ladera. Nos deleitamos por
kilómetros; en algún punto, se observa la profunda cañada ,del Río Izatla
con el espectáculo de los abanicos de piedra con unos 200 metros de altura
el lado izquierdo de la vereda. Se exige precaución extrema al acercarse al
monolito que marca el principio del abismo.
Bajando la ultima
gran rampa, atravesamos el rió y ahora la vereda es casi horizontal entre
bosques espesos hasta llegar al empedrado de acceso a las truchas de “El
Zembo” donde algún día se resolverá el misterio de que si las truchas
son deliciosas o es el hambre que después de 8 horas de pedaleo ya tenemos
acumulada.
Con calma comemos
nuestra trucha y después de una breve convivencia en la que surgen mil
comentarios de la rodada, nos dirigimos por un agradable sendero hasta las
Dunas de Tierra Roja que son como un imán para los bikers con
sus ondulaciones de todas las formas posibles. Después de unos kilómetros de
terracería llegamos a la carretera dando vuelta a la izquierda ,todo de
bajada , y pasados 2 kilómetros aproximadamente llegamos al final de la ruta
en el pintoresco pueblo de Huasca de Ocampo después de 10 horas del inicio.
Saludos
Jaime
Valencia
Clasificación: 334
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